La vacuna frente al VPH

Actualmente existen pruebas científicas que nos permiten afirmar que el cáncer del cuello uterino es el resultado final de una infección persistente y no resuelta por ciertos tipos de virus del papiloma humano (VPH).

Se han catalogado más de 120 diferentes tipos de este virus, de los cuales aproximadamente 40 pueden infectar el tracto urogenital y otras áreas mucosas del organismo.

Se han identificado 15 tipos virales calificados como de alto riesgo oncogénico, es decir, alto riesgo de producir un cáncer de cuello uterino. Son los tipos: 16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56, 58, 59, 68, 73 y 82). De todos ellos, los más comunes son el 16 y el 18, detectables en el 70% de todos los cánceres del cuello uterino.

Existen otros tipos de virus VPH calificados como de bajo riesgo, pero que pueden causar unas lesiones cutáneas que llamamos condilomas o verrugas genitales. De entre ellos, los tipos virales 6 y 11 son responsables del 90% de todas las verrugas anogenitales.

¿Por qué vacunarse contra el VPH?

El virus del papiloma humano es la infección del cuello de la matriz por algún tipo de VPH es relativamente común en las mujeres sexualmente activas. Hasta un 80% de ellas pueden verse infectadas a lo largo de su vida sexual. La mayoría de estas infecciones, sin embargo, son subclínicas (no se manifiestan) y transitorias, y en el 70%-90% de las mujeres infectadas se produce un aclaramiento total del virus o resolución espontánea en los 12-30 meses siguientes a la infección. Únicamente los casos con persistencia del VPH pueden iniciar una transformación en el epitelio cervical que, con el transcurso de los años, puede desembocar en un carcinoma invasivo de cérvix.

Los nombres comerciales de las vacunas son Cervarix y Gardasil:

  • Cervarix es una vacuna bivalente frente a los tipos 16 y 18 del VPH. Se administra en tres dosis intramusculares a los 0, 1 y 6 meses.
  • Gardasil es una vacuna tetravalente frente a los tipos 6, 11, 16 y 18 del VPH. Se administra también en tres dosis intramusculares a los 0, 2 y 6 meses.

Ambas vacunas han demostrado su eficacia y seguridad frente a la infección de estos virus. Carecen de efectos secundarios importantes, salvo reacciones locales leves en el lugar de la inyección.

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